WhatsApp como evidencia jurídica, caso Venezuela
Hace pocos días, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela dictó una sentencia que les dio valor probatorio a unos pantallazos de WhatsApp, y eso, considerando la poca jurisprudencia que hay en el tema, pudiera hacernos creer que ahora sí es legal promover nuestros chats en un juicio, pero lo cierto es que ya lo era desde hace mucho.
Hoy conoceremos el aspecto jurídico de los mensajes de WhatsApp, y cómo podemos usarlos como medios probatorios.
Eficacia probatoria de los documentos electrónicos
Por lo general, los abogados suelen incluir en sus juicios los medios probatorios tradicionales: testigos, documentos físicos, confesiones, inspecciones judiciales, entre otros. Todos estos están expresamente regulados en la ley, lo cual no quiere decir que sean los únicos ni que sean siempre los más indicados.
Al contrario, podemos valernos de cualquier medio de prueba que se nos ocurra, siempre y cuando no esté legalmente prohibido, gracias a la libertad probatoria señalada en el artículo 395 del Código de Procedimiento Civil.
Este principio va de la mano con lo dicho en el primer artículo de la Ley sobre Mensajes de Datos y Firmas Electrónicas, que reconoce el valor jurídico de «toda información inteligible en formato electrónico, independientemente de su soporte material».
Como consecuencia, es completamente válido que, por ejemplo, le muestres a un juez los audios que prueban que la persona a la que prestaste cierta cantidad de dinero, se negó a devolvértelo; o que una empresa demuestre, con los correos electrónicos intercambiados con un cliente, que este aceptó la oferta que le hicieron.
A este tipo de figuras la ley las denomina mensajes de datos y les da la misma eficacia probatoria de la que gozan los documentos físicos, en virtud de otro principio, el de la equivalencia funcional.
Pero eso solo es así cuando se aporta el mensaje de datos en su versión electrónica, porque si se promueven capturas de pantalla o una transcripción impresa, estas serán consideradas como copias simples, pues un pantallazo, aparte de que puede ser falso, no muestra los detalles técnicos que solo pueden ser conocidos revisando directamente el fichero electrónico.
El título universitario en pergamino, por ser el original, vale más que una simple copia que hayamos podido sacar luego de escanear el título. Del mismo modo, el examen que un experto informático le haga a la respuesta a una historia de Instagram, por dar un ejemplo, tiene mayor peso en un juicio que solo capturar la pantalla e imprimirla.
Aun así, ni siquiera la presentación del original garantiza que el documento electrónico sea infalible, pues la contraparte puede impugnarlo con la intención de que sea desechado. En este escenario, lo ideal será promover una experticia electrónica que confirme que el documento cumple con las condiciones exigidas por la ley:
- Integridad: que no haya sido alterado en ningún momento.
- Autenticidad: aquel a quien se le atribuye la autoría es, en efecto, su autor, siendo posible determinar su origen y su destino.
- Disponibilidad: que pueda ser consultado con posterioridad.
Además, al ser un documento como cualquier otro, el mensaje de datos debe ser obtenido de manera lícita, ser conducente (idóneo para probar el alegato), pertinente (estar relacionado con los hechos discutidos en el litigio), y debe ser promovido en el momento oportuno.
Únete a Asilo Digital
¡Ya somos más de 620 miembros!
No spam. Solo contenido tecnológico.
Naturaleza jurídica de los mensajes de WhatsApp
Con más de dos mil millones de usuarios (según estimaciones de la propia compañía), WhatsApp es la más popular de las aplicaciones de mensajería instantánea, esas que comenzaron como una alternativa a los SMS y que, hoy por hoy, son indispensables para millones de personas para comunicarse en tiempo real, desde cualquier parte del mundo con conexión a Internet.
De hecho, en la actualidad estamos acostumbrados a que un paciente le escriba a un médico para coordinar la próxima cita; a que un profesor envíe por el grupo del salón las pautas para la evaluación de la semana entrante; o a que alguien publique un aviso de venta en sus estados. Estos escenarios son muy comunes y muchos de ellos pueden tener implicaciones jurídicas.
Por ejemplo: un patrono despide a uno de sus trabajadores por mensajes ofensivos enviados por este en el grupo de la empresa. Si el trabajador alega que el despido fue injustificado, ¿puede su antiguo jefe usar los mensajes de WhatsApp para probar que estos fueron enviados desde el número de aquel?
La respuesta es: sí puede. Después de todo, cumplen con la definición legal de mensajes de datos: contienen información almacenada en aparatos electrónicos, que puede ser vista, leída o escuchada.
En otras palabras, un mensaje de WhatsApp es un documento electrónico, porque muestra lo que alguien dijo en un determinado momento, usando su teléfono u otro dispositivo. Más específicamente, es un documento privado que, como con cualquier otro, cuando en un juicio se afirma que una de las partes lo elaboró, esta tiene la carga de aceptarlo o de impugnarlo.
Con los mensajes de WhatsApp, lo que se impugna es la firma, porque ellos, aunque no lo parezca, están firmados. En concreto, lo están gracias a un complejo sistema de encriptación que asegura la integridad y la autenticidad, conocido como firma digital.
Cuando chateamos, al mensaje se le aplica de forma automática una función hash que da como resultado un resumen que es encriptado usando un código aleatorio, secreto e irrepetible, llamado clave privada, que solo puede conocer el remitente. Posteriormente, el mensaje es enviado junto con el resumen o valor hash encriptado, que es descifrado con la clave pública del emisor.
Ambas claves son únicas (no hay un par igual), no se pueden mezclar con otras (lo que se encripta con una llave solo puede ser descifrado por su pareja) y pertenecen a una sola cuenta dentro de WhatsApp. Esta, a su vez, está asociada a un único y exclusivo número de teléfono.
Por lo tanto, cuando un mensaje es firmado a partir de la clave privada correspondiente a un perfil de WhatsApp, no se puede más adelante decir que fue enviado desde otro número (no repudio), porque, de haber sido así, la llave sería otra.
¿Y cómo lo corroboramos? Validando la firma con la llave pública. Con esta se descifra el código hash encriptado, y si coincide con el valor hash del mensaje, significa que el mismo fue firmado con la clave privada de quien lo envió (autenticidad) y que ningún tercero lo alteró en el camino (integridad).
WhatsApp usa unas fórmulas matemáticas para saber quién envía los mensajes. Estas fórmulas se basan en el número de teléfono que tienes registrado en tu perfil, donde están las claves que firman los mensajes. Así, WhatsApp puede decir que tú eres el autor de los mensajes que salen de tu cuenta, a menos que demuestres que otra persona usó tu celular. Pero, aunque eso pase, sigue siendo cierto que los mensajes salieron de tu cuenta.
Todo lo anterior hace que, a la luz del sistema jurídico venezolano, el mensaje de WhatsApp sea un documento electrónico privado suscrito mediante firma digital no certificada.
¿Cómo promover mensajes de WhatsApp?
Dada su naturaleza jurídica, los mensajes de WhatsApp pueden ser usados como medios de prueba en un juicio. Lo recomendable será hacerlo aportando, no solo las capturas de pantalla, sino también el fichero electrónico, del siguiente modo:
- Se exporta el chat.
- Se obtiene el código hash del archivo .txt exportado.
- Se pega el documento .txt en un CD no regrabable, y este se guarda en un estuche identificado con una etiqueta que tendrá escrito el código hash del segundo paso.
- Si hay fotos o stickers, estas irán en una carpeta individual, e igual con los audios.
- Se aportan al proceso el CD, las capturas de pantalla y el chat exportado también impreso (las fotos se imprimen aparte y, en el caso de los audios, estos deben ser transcritos).
- Por último, a lo anterior se le anexa un escrito que contendrá los números telefónicos de las partes; los nombres de las operadoras; marca, modelo, SIM e IMEI del teléfono del promovente; y la explicación del porqué de los pasos seguidos.
Adicionalmente, se puede solicitar un informe a la compañía telefónica para que esta le indique al tribunal quién es el titular de la línea asociada al número de la parte contraria y, de esa manera, ponerle nombre y apellido al usuario al que le pertenecen las claves.
Si la contraparte impugna, la parte promovente deberá insistir en la autenticidad del documento electrónico, y la manera de hacerlo es a través de una experticia llevada a cabo por un perito informático.
No obstante, si no hay impugnación, dicha experticia no será necesaria, porque legalmente se considerará que la contraparte reconoció, de forma tácita, que el mensaje de datos es genuino, tal como lo estableció la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en la sentencia nro. 637 del 20 de octubre del 2023.
Otra opción, sugerida por la abogada Ana Ojeda ante escenarios más urgentes, es ir a una notaría antes de ir a juicio, para que allí se practique la experticia electrónica y, luego, el notario (quien será el que designe al perito) dé fe pública de que así sucedió, y certifique la existencia y el contenido de los mensajes y de las conclusiones emitidas por el experto.
Por último, es bueno aclarar que no hay una única forma de aportar este medio probatorio, porque la ley no establece un modo específico. Lo importante es cumplir con los requisitos que sí exige y que tanto hemos mencionado:
- Que el mensaje no sea alterado;
- Que conserve su formato original;
- Que pueda ser revisado;
- Y que pueda determinarse las fecha y hora de su emisión y recepción, y la identidad de su autor.
Cubre todos estos aspectos y estarás en capacidad de probar tus afirmaciones usando el contenido de un chat de WhatsApp.