Trump y la tecnología: promesas, choques y contradicciones
Alguien que ha mantenido una relación complicada con el sector tech es Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, reelegido recientemente, quién se ha balanceado entre la confrontación y el uso pragmático de sus herramientas.
Desde su batalla contra la neutralidad de la red, hasta su postura contradictoria frente a la inteligencia artificial en su campaña para la reelección, su enfoque ha cambiado según los beneficios políticos y económicos que podría recibir.
Aquí exploramos cómo las decisiones y contradicciones de Trump en tecnología han dejado su marca en este sector.
La neutralidad de la red: un golpe al Internet libre
Comenzando su primer mandato, en 2017, Trump desmanteló la neutralidad de la red, una política que buscaba asegurar que los proveedores de internet traten de manera igualitaria todo el tráfico web, sin priorizar o ralentizar el acceso a ciertos contenidos.
Trump describió esta política como “una carga regulatoria impuesta por Obama", y bajo la dirección de su comisionado de la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones), Ajit Pai, la neutralidad fue eliminada con el argumento de que “la competencia empresarial debería ser libre y sin intervención”.
Sin embargo, este movimiento despertó el temor de que las grandes empresas de telecomunicaciones pudieran, en adelante, cobrar a los usuarios por acceso prioritario, limitando la accesibilidad a contenidos de menor presupuesto o competidores.
Contradicciones y consecuencias
Mientras Trump defendía la medida como un paso hacia la "libertad empresarial", sus críticos afirmaban que la decisión solo beneficiaba a los gigantes del sector, como Comcast y Verizon, a expensas de los usuarios.
Aunque Trump se declaró (y aún se declara) como defensor del libre mercado, los efectos inmediatos de su política limitaron la competencia de pequeñas empresas, creando una contradicción directa con su promesa de “democratizar” el sector.
Las expectativas de libertad resultaron ser una “libertad” para los monopolios, no para los usuarios.
La seguridad cibernética: fragmentación y carencia de estrategia
Uno de los temas en los que Trump mostró una postura sólida fue la ciberseguridad. Tras una serie de ataques cibernéticos a agencias estadounidenses, el presidente presentó órdenes ejecutivas para proteger la infraestructura crítica del país, afirmando que “Estados Unidos debe defenderse de enemigos cibernéticos".
Sin embargo, en la práctica, la administración no consolidó una estrategia integral. En lugar de implementar una política centralizada, las acciones de Trump fueron fragmentadas, y cada agencia quedó prácticamente a cargo de sus propias medidas.
Impacto y críticas
Sin una estrategia uniforme, las medidas de ciberseguridad de la administración Trump fueron criticadas por su falta de coherencia y alcance. Los analistas afirmaron que estas políticas no solo debilitaban la respuesta coordinada ante amenazas, sino que dejaban sectores críticos expuestos a ciberataques.
La postura de “auto-suficiencia” de cada agencia contrastó con su promesa de “hacer de Estados Unidos un país seguro”. Aunque Trump repetía la importancia de “defenderse de enemigos externos”, la ejecución de estas políticas dejó mucho que desear en términos de protección a largo plazo.
Inteligencia artificial en la campaña 2024
Un nuevo capítulo en la relación de Trump con la tecnología llegó en su campaña presidencial de 2024, cuando se refirió a la inteligencia artificial (IA) como “muy peligrosa” y “aterradora”.
Al mismo tiempo, el equipo de campaña usó IA para optimizar sus contenidos en redes, personalizando mensajes y ampliando su alcance digital. Esta aparente contradicción no es nueva: mientras Trump alerta sobre el “peligro” de la IA en la sociedad, ha visto en ella una herramienta útil para su propio beneficio político.
La estrategia detrás de la contradicción
El uso de IA en su campaña refleja una visión pragmática de la tecnología: si bien la condena públicamente, la aprovecha cuando sirve a sus objetivos.
Este enfoque pragmático, que pone el beneficio político por encima de la coherencia, revela una estrategia de adaptabilidad donde Trump se muestra dispuesto a criticar la IA en público, mientras su equipo usa sus beneficios en la sombra.
La consecuencia inmediata es un mensaje ambiguo hacia sus seguidores: la IA es peligrosa, excepto cuando ayuda a la causa.
El enfoque de Donald Trump hacia la tecnología no sigue una línea ideológica clara. Al eliminar la neutralidad de la red y desmantelar la estrategia de ciberseguridad, en su administración se tomaron decisiones que parecían buscar resultados a corto plazo y beneficios inmediatos para ciertos sectores.
En contraste, el uso de la IA en su campaña reciente, pese a las críticas públicas hacia esta tecnología, demuestra que Trump se mueve por conveniencia antes que por principios.
Trump ha jugado al límite con la tecnología: confrontándola cuando es popular hacerlo, y adoptándola cuando le conviene. Su legado en este sector es uno de contradicciones y mensajes mixtos que siguen generando consecuencias tanto en políticas como en percepción pública.
Así, Trump se consolida como un caso emblemático de cómo el poder puede moldear (y retorcer) la relación de un líder con las tecnologías del futuro.