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Tecnofobia: miedo hacia la tecnología incontrolada

Definimos este curioso padecimiento de la actualidad, sus causas, efectos y cómo se manifiesta en la cultura popular.

La irrupción de las nuevas tecnologías en nuestras vidas es evidente, cambiando para siempre la manera en que nos relacionamos con el mundo, y no parece que el futuro sea distinto. Con fenómenos como la web3, metaversos, realidad virtual, criptomonedas y blockchain, todo apunta a que las siguientes décadas serán de innovaciones y transformaciones en nuestro modo de vida.

Esta noción de que el mundo cambia demasiado rápido por un desarrollo tecnológico más veloz de lo que podemos manejar puede dar lugar a una de las condiciones psicológicas propias de nuestro tiempo: la tecnofobia.

En Asilo Digital hablaremos sobre qué es la tecnofobia, sus causas, qué signos genera, qué se ha investigado sobre ella, y cómo se ha manifestado de distintas maneras en la cultura popular, demostrando así que el miedo hacia la tecnología no es algo de estos años, sino que viene de mucho, mucho más atrás. ¿Preparados?

¿Qué es la tecnofobia?

Se puede definir la tecnofobia como el miedo o aversión hacia la tecnología y los dispositivos complejos. El nivel de rechazo varía, pudiendo ser una incomodidad al utilizar aparatos como celulares, tabletas y demás, o llegar a ser una aversión absoluta a su uso, lo que representan, y sus alcances. El término suele tratarse como un miedo irracional, aunque de vez en cuando se usa con relación a temores justificados.

La tecnofobia es un concepto poco estudiado y muy reciente, siendo mencionado por primera vez hace casi 30 años en el libro Technostress: the human cost of the computer revolution, por el psiquiatra Craig Brod. La obra se centra en comprender el tecnoestrés, allí definido como:

una enfermedad de adaptación que tiene su origen en la alta habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable.

Una de las tipologías más usadas para distinguir los niveles de tecnofobia la estableció Larry Rosen, psicólogo de la Universidad de California y uno de los primeros en estudiar el fenómeno. Según él, pueden haber tres tipos de personas tecnofóbicas:

  • Tecnofóbicos incómodos: quienes usan las nuevas tecnologías, pero que no las dominan y se sienten incómodas al manejarlas.
  • Tecnofóbicos cognitivos: personas que utilizan las nuevas tecnologías con temor. No se sienten completamente capacitadas para hacerlo.
  • Tecnofóbicos ansiosos: experimentan un miedo irracional hacia las nuevas tecnologías. Se considera una condición patológica.

Así como otras fobias, la tecnofobia es capaz de generar una serie de síntomas fisiológicos en quienes padecen formas graves de la enfermedad, como sudoración, intranquilidad, angustia, falta de concentración, evitación, miedo y pánico en casos extremos; ansiedad, palpitaciones, y otros.

Causas de la tecnofobia

Las causas de la tecnofobia varían según la gravedad. En los casos más leves, la aversión se origina por una percepción del individuo hacia la complejidad del uso de los dispositivos. Esta percepción deriva en inseguridad, lo que puede originar confusión, incomodidad y, en última instancia, cierta repulsión hacia ellos. Siendo así, la aversión podría no ser originada por los aparatos en sí, sino por la incertidumbre que generan y lo desconocidos que son para quienes intentan usarlos.

Androide.
Foto de Alex Knight en Unsplash.

Los casos más graves de la condición, donde tiene un carácter fóbico, pueden originarse por un evento traumático en el pasado del paciente y reforzado por un proceso de condicionamiento clásico, un tipo de aprendizaje asociativo demostrado por primera vez por Iván Pavlov y que se basa en la vinculación psicológica entre un detonante (estímulo) y una reacción (respuesta).

Tratamiento para la tecnofobia

Las personas con tecnofobia leve pueden ser ayudadas al capacitarlas en el uso de las nuevas tecnologías, destacando lo útiles que pueden ser para ellas y dándoles recursos teóricos y prácticos para que aprendan a usarlas, como videos de demostración, aprendizaje experiencial, o incluso cursos breves.

En los casos más extremos, es muy probable que sea necesario algún tipo de ayuda psicológica. Una de los enfoques más comunes es el de desensibilización sistemática, un tipo de tratamiento donde el paciente desarrolla habilidades de afrontamiento hacia el miedo de forma sistemática y gradual mientras que busca controlar las reacciones físicas y mentales de su aversión. El enfoque combina tanto terapias de relajación como de exposición.

Otras terapias que pueden usarse para esta condición son las terapias de aceptación y terapias de compromiso.

Factores históricos detrás de la tecnofobia

Si bien el estado actual de la tecnología ha despertado en la humanidad ciertos temores sobre sus posibles alcances y la influencia que ya tiene sobre nosotros, lo cierto es que ella nos ha generado inseguridad desde mucho, mucho antes, cuando ya empezaba tener un rol muy importante en nuestras vidas.

Revolución industrial: el primer antecedente

A nivel histórico, un posible origen de la tecnofobia lo podemos encontrar en la Revolución Industrial en Inglaterra, ocurrida entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Fue un periodo donde la maquinaria pesada empezaba tomar un rol protagónico y donde la mecanización de la industria del algodón tomaba cada vez más fuerza.

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En Asilo publicamos un artículo que explora cómo la Revolución Industrial es parte de las revoluciones tecnológicas que cambiaron el mundo en su momento. Para leerlo, ingresa aquí.

Este era un contexto que fomentaba cierto temor entre los trabajadores ingleses, que sentían posible que una máquina pudiese hacer su trabajo sin los límites propios de los humanos. Después de todo, una máquina no es afectada por cansancio, alimentación, descanso, ni tampoco hace reclamos salariales.

Este temor dio lugar al ludismo, un movimiento de artesanos ingleses que protestaron entre 1811 y 1816 contra la industria textil inglesa y, específicamente, las máquinas de esta, que amenazaban con dejarlos sin sustento. Esto los hizo realizar revueltas e incluso destruir maquinaria textil.

Ilustración que retrata una revuelta.
Fragmento de El líder de los luditas, ilustración de 1812 que representa una revuelta del movimiento en Inglaterra (Autor desconocido, Wikimedia Commons).

Siglo XX

El comienzo del siglo XX supuso un inicio tumultuoso con nada más y nada menos de dos Guerras Mundiales.

En particular, la Segunda Guerra Mundial presentó uno de los escenarios más catastróficos sobre los alcances de la ciencia y la tecnología. Con los ataques nucleares en Hiroshima y Nagasaki en 1945, el mundo vio por primera vez el poder destructivo de una bomba atómica y el daño que genera no solamente en las personas (que ya es suficientemente trágico), sino al medioambiente.

Dichas guerras serían sucedidas, además, por uno de los conflictos bélicos que al día de hoy sigue influyendo la dinámica del mundo que vivimos: la Guerra Fría, que contó con un episodio muy importante para comprender el miedo hacia un posible holocausto nuclear: la Crisis de los Misiles en Cuba de 1959, cuando la Unión Soviética movilizó misiles nucleares al país caribeño, amenazando de forma directa a Estados Unidos.

La tecnología siguió avanzando en ese entonces, con una carrera aeroespacial en marcha entre el bloque occidental y el bloque oriental, así como importantes avances en software y hardware. Hablemos, por ejemplo, del anuncio del primer microprocesador en 1971 y que abriría paso a toda la era de la informática, que se vería potenciada con el surgimiento de Internet en los noventas.

Siglo XXI: el tiempo presente

El amanecer del siglo XXI ha traído consigo cambios sustanciales y que han despertado algún que otro temor en torno a la influencia de la tecnología en la formación de nuestra identidad, así como en sus capacidades.

Identidad digital e identidad física: un dilema actual

Por un lado, el uso de las redes sociales en nuestros tiempos plantea un dilema entre nuestra identidad en el día a día y aquella que presentamos en Instagram, Facebook, Twitter y demás redes, donde nuestras interacciones y contenidos forman una representación de nuestra persona que varía en mayor o menor medida de quien somos día tras día.

En este escenario, a veces es inevitable preguntarse qué tanto de lo que presentamos en redes sociales es lo que somos o lo que percibimos ser en la cotidianidad.

Inteligencia Artificial

Desde su irrupción, la IA siempre ha sido motivo de debate en la comunidad científica, curiosa por indagar en sus capacidades y límites, que se amplían más y más conforme se le sigue estudiando para que cumpla mejor las distintas funciones que puede recibir.

Actualmente, uno de los grandes temas de conversación son las generadoras de texto, inteligencias artificiales capaces de generar grandes cantidades de texto con unas simples instrucciones y pautas indicadas por nosotros. Pese a que aún hay cuestiones por pulir, el resultado general de dichas generadoras es asombroso, lo que da lugar a debates sobre la calidad de sus resultados y qué tanto podrían sustituir lo hecho por una persona.

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Hace pocos reflexionamos sobre lo amenazante que la Inteligencia Artificial puede ser o no. Para consultar el artículo, entra aquí.

Algo similar ocurre con las generadoras de arte, como Dall-E y otros, que ofrecen imágenes muy llamativas con solo ingresar ciertos parámetros. Los resultados, además de fascinantes, abren discusiones respecto a si las obras pueden ser juzgadas como piezas de arte, y de qué manera adaptar las normas de derecho de autor a las mismas.

El miedo hacia la tecnología ha inspirado diferentes obras, que exploran qué podría llegar a hacer la tecnología si se dan ciertas circunstancias. Estas son algunas de ellas.

Ok Computer (1997)

El tercer disco del aclamado grupo británico de rock alternativo expone un escenario donde la tecnología tiene un papel importante en el mundo y en la concepción de las personas del mismo. Aquí, la tecnología es tratada tanto como medio de transporte como un elemento importante en el paisaje social, uno que genera un sentimiento de ansiedad al abrumar a algún que otro narrador presente en las pistas del disco.

Video promocional de No Surprises, cuarto sencillo de Ok Computer.

Además de tecnología, el álbum plantea también temas asociados al capitalismo, corrupción política, y la alienación de las personas con relación a otras, principalmente en entornos urbanos. Kid A, el siguiente disco del grupo, daría continuidad a ciertos temas planteados aquí, enfatizando todavía más el “mal” uso de la tecnología en la sociedad.

Terminator (1984)

Una de las grandes películas de James Cameron es también una de las representaciones clave del miedo a la tecnología en la cultura popular, exponiendo un temor fundamental: que la tecnología se rebele contra nosotros y decida erradicarnos.

Skynet se hizo en uno de los antagonistas más conocidos e impactantes de los ochentas y de la historia en general, convirtiéndose en un arquetipo de inteligencias artificiales “malévolas” que de un modo u otro perjudican a los humanos por distintas razones.

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Modelo T-800 de Terminator según la película Terminator: Genesis (Paramount, 2009)

Matrix (1999)

La llegada de Matrix a finales de los noventas fue un acontecimiento de la ciencia ficción y el cine en general. La historia de la rebelión humana contra las máquinas que nos tienen esclavizados en una realidad simulada ganó un lugar importante en la cultura popular, tanto así que “salir de la matrix” se hizo una expresión común y cuya referencia es entendida fácilmente por todos.

Cartel oficial de Matrix en 1999.
Cartel oficial de Matrix en 1999 (Warner Bros.)

I have no mouth, and I must scream (1968)

Una historia corta del escritor estadounidense Harlon Ellison. Trata sobre una supercomputadora desarrollada durante la Guerra Fría y que, además de consciencia, desarrolla poderes comparables a los de un dios. Esta supercomputadora, llamada AM, decide acabar con la humanidad, dejando solamente a 5 personas vivas en un complejo subterráneo, el único lugar habitable en la Tierra.

AM tortura a estas personas para castigar a la humanidad por haberla creado en primer lugar. Para hacer la historia aún más oscura, los humanos restantes son virtualmente inmortales dado que AM no les deja un medio factible para acabar con sus propias vidas. Así, los podrá torturar eternamente.

Portada de No tengo boca y debo gritar.
Parte de la portada de la edición de 1983. Editorial Ace Books.

Según se le mire, la tecnofobia puede tratarse más de un miedo del desarrollo incontrolado de la tecnología que a la tecnología en sí misma, pues, dependiendo del caso, el temor parece originarse en los alcances y límites que parecen violarse más que por las capacidades propias de la serie de procesos y técnicas que conforman lo tecnológico. Si se infringen ciertos parámetros se podría deber a, entre otras cosas, un uso inadecuado de la tecnología según ciertos valores en juego.

Algo cierto es que el acercamiento a la tecnología y lo que representa es crucial en una época como esta y las que vienen, porque seguirá siendo importante saber de qué es capaz y qué no. Educarse sobre ella y usarla es necesario porque, a todas luces, parece ser uno de los principales motores de progreso de la humanidad en el porvenir.

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