¿Podría Caracas convertirse en una ciudad inteligente?
Las mismas calles que recorremos hoy en día podrían ser espacios de vanguardia tecnológica en el futuro, ¿qué se necesita para que esto ocurra en la capital de Venezuela?
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En un mundo donde casi todo se encuentra digitalizado, no resulta descabellado imaginar el concepto de una ciudad inteligente. El mundo cuenta en la actualidad con aproximadamente 6.5 billones de suscripciones a dispositivos inteligentes (Dea, 2022) como teléfonos, relojes y computadoras que les permiten a las personas integrar en su vida al mundo digital.
El campo de la inteligencia urbana es un área de convergencia para arquitectos, ingenieros civiles, informáticos y amantes de esas películas de ciencia ficción en las que aparecen ciudades ultra futuristas, compuestas por cientos de rascacielos y muchas luces de neón. En medio de este contexto, la curiosidad da surgimiento a una duda: ¿podría ocurrir este escenario en la Sucursal del Cielo?
Antes de responder esto, resulta necesario conocer más sobre este novedoso concepto.
¿Qué es una ciudad inteligente?
Una ciudad inteligente es una estructura urbana que emplea tecnologías de la información y la comunicación para “mejorar la eficiencia operativa, compartir información con el público y brindar una mejor calidad de servicio gubernamental y bienestar ciudadano” (TWI Global, 2020).
El objetivo principal de una ciudad inteligente es mejorar los elementos que componen a la ciudad para mejorar su entorno, promover su desarrollo económico, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y proporcionar mayores niveles de prosperidad y sostenibilidad (UNDP, 2022).
El aspecto que dota de inteligencia a una ciudad de este tipo es su capacidad de analizar grandes cantidades datos en tiempo real para mejorar su gestión y para hacer un análisis más completo sobre los diferentes patrones de movilidad y sobre las relaciones de densidad en sus distintas áreas. Las interacciones entre los elementos urbanos podrían mejorar la comprensión sobre las dinámicas citadinas, y así abordar desde una mejor perspectiva la planificación urbana (Aksun-Guvenc, 2022).
La urbanización inteligente podría convertirse en uno de los aspectos más significativos durante la evolución del siglo XXI. De acuerdo con datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2022), se estima que para el año 2050, casi 70% de la población mundial viva en áreas citadinas. Este factor, en conjunción con el crecimiento poblacional a nivel global, dará lugar a la creación de ciudades densamente pobladas (también conocidas como “megaciudades”) que requerirán de una gestión eficiente para satisfacer la demanda de alojamiento de sus habitantes y cumplir con sus necesidades básicas de bienestar.
¿Qué tecnologías caracterizan a una ciudad inteligente?
Para que una ciudad inteligente funcione adecuadamente, debe incluir algunos de los siguientes elementos tecnológicos:
Importancia y necesidad de las ciudades inteligentes
La implementación de ciudades inteligentes podría resolver problemas vigentes en muchas poblaciones. Por ejemplo, un sistema de estacionamientos inteligentes podría reducir la frustración de muchas personas que no consiguen puestos para sus vehículos, y a la vez, facilitar su pago de manera digital, en lugar de tener que realizar filas ante taquillas.
En el ámbito medioambiental y de conservación de la energía, en una ciudad inteligente se podrían atenuar las luces en calles que se encuentren totalmente vacías. La contaminación sería potencialmente disminuida, luego de que sean rastreadas y mermadas sus fuentes, y también podrían ser analizados los mecanismos para mejorar los sistemas de recolección de desechos de la manera más adecuada.
La infraestructura inteligente, como los edificios, las antenas, los centros de administración de la información y los flujos viales, podrían proporcionar información acerca de su estado mediante sensores, de manera que indiquen si necesitan reparaciones de manera automática.
Adicionalmente, la edificación inteligente de ciudades podría causar que estas no solo sean más eficientes sino también sostenibles económicamente, al permitir la creación de nuevas oportunidades económicas y profesionales, así como un incremento en la calidad de vida de las personas que en ellas habitan. Todo esto implica dedicación en la gestión urbana, mayores niveles de inclusión de todos los sectores sociales y la construcción de espacios más ecológicos.
El tema de las ciudades inteligentes cobrará un mayor nivel de importancia con el paso del tiempo alrededor del mundo. Su conceptualización se encuentra enmarcada de manera directa con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles, y a la vez, incide indirectamente en los objetivos 9 (Industria, Innovación e Infraestructura) y 8 (Trabajo Decente y Desarrollo Económico).
Historia de las ciudades inteligentes
Uno de los antecedentes más relevantes en la construcción de ciudades inteligentes fue el trabajo que realizó la Oficina de Análisis Comunitario de la ciudad de Los Ángeles (California) durante las décadas de 1960 y 1970. Mediante el uso de bases de datos informáticas, análisis de conglomerados y fotografías aéreas infrarrojas, esta institución recopiló datos, produjo informes sobre la demografía del vecindario y la calidad de la vivienda, y ayudó a dirigir los recursos para evitar el deterioro y combatir la pobreza (Vallianatos, 2015).
Otro ejemplo importante fue la creación de la Junta Nacional de Computación en la ciudad-Estado de Singapur, en el año 1981. A finales de la década de 1970, el gobierno de Singapur se dio cuenta de la importancia de la computarización en los procesos relacionados con la productividad económica del país. Debido a esta razón, se creó una institución en el seno del Ministerio de Finanzas que tenía como objetivo principal la mejora de la eficiencia en las operaciones gubernamentales y su gama de servicios al público, así como la promoción de las tecnologías de la información a nivel general (Tan, 2021).
A partir de estos eventos, las ciudades inteligentes se han desarrollado de manera continua, y es probable que en el futuro adquieran un nivel mayor de relevancia, innovación y automatización. Desde el año 2017, el Instituto para el Desarrollo Gerencial (institución creada en la ciudad de Lausana y con sedes en esta ciudad suiza y en Singapur) se encarga junto a la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur de crear un índice que ofrece por un lado una perspectiva balanceada sobre los aspectos económicos y tecnológicos de las ciudades inteligentes, y las "dimensiones humanas" de las ciudades inteligentes (calidad de vida, medio ambiente, inclusión) por el otro (IMD, 2022).
En el Índice de Ciudades Inteligentes de publicación más reciente (año 2021), se determinó que las ciudades inteligentes de más alta puntuación son:
Este indicador evalúa las percepciones de los residentes sobre cuestiones relacionadas con las estructuras y las aplicaciones tecnológicas disponibles para ellos en su ciudad. En el caso de la edición del año 2021, se clasificaron 118 ciudades en todo el mundo al capturar las percepciones de 120 residentes en cada ciudad. La puntuación final de cada ciudad se calcula utilizando las percepciones de los últimos tres años de la encuesta.
Sostenibilidad de las ciudades inteligentes
Una de las necesidades de las concentraciones poblacionales del futuro es que estas poseerán recursos limitados que deberán emplear de la manera más prudente. Para lograr esto, deberán asegurar una distribución eficiente y orientada a evitar desperdicios evitables.
Aunque las ciudades actuales poseen grandes ventajas, como el desarrollo económico concentrado en áreas con huellas geográficas pequeñas, también poseen desventajas notables en el sector medioambiental, ya que tienen una exigencia energética mucho mayor en comparación con los asentamientos rurales.
Sin embargo, mediante la aplicación de tecnologías emergentes, se podrían mermar considerablemente estos defectos, ya que la aplicación de un sistema de transporte más eficiente y sustentado en tecnologías renovables podría contribuir a reducir considerablemente las emisiones de gases nocivos y consumo eléctrico.
Los mecanismos de transporte inteligentes también conllevan la disminución de vehículos en zonas urbanas e implican efectos colaterales positivos, como la disminución del tráfico, el consumo de combustibles y el aumento del tiempo libre entre los ciudadanos.
Por ende, la sostenibilidad de las ciudades inteligentes, en caso de ser implementadas de una manera adecuada, no solo sería de carácter ecológico y energético, sino también materia de sostenibilidad social.
Desafíos en el desarrollo de las ciudades inteligentes
A pesar de los beneficios que podrían conllevar las ciudades inteligentes, también existen un conjunto de posibles obstáculos que resulta necesario considerar y someter a debate a nivel global. Entre estas, se pueden encontrar la necesidad de los siguientes aspectos:
Caracas como una futura “Smart City”
Caracas es la capital de la República Bolivariana de Venezuela, país ubicado al norte de América del Sur. Algunos aspectos relevantes de esta ciudad, son los siguientes:
Fecha de fundación → 1567 (455 años desde entonces).
Área geográfica → 433 km².
Cantidad de población → 2.956.813 (durante el año 2022).
La posición geográfica de Caracas constituye su principal ventaja. Venezuela posee una posición privilegiada al situarse cerca de las aguas del Mar Caribe y teniendo el potencial de establecerse como punto de contacto geoeconómico entre el hemisferio norte y el hemisferio sur. Al situarse tan cerca del Ecuador, también posee un clima tropical agradable y su territorio no posee altos niveles de propensión a sufrir de desastres naturales.
En cuanto a factores poblacionales, Caracas es la séptima ciudad más poblada de América del Sur. Con casi 3 millones de habitantes en su territorio, puede constituir un excelente campo de pruebas en el ámbito de la aplicación de soluciones Big-Data como mecanismo para mejorar los niveles de bienestar de los ciudadanos caraqueños.
La implementación de urbanizaciones inteligentes no solo beneficiaría a las residentes formales de la ciudad, sino que también incidiría en las poblaciones de las ciudades dormitorio que rodean el Área Metropolitana de Caracas, como son la Guaira, la región de Guarenas-Guatire, los Valles del Tuy y los Altos Mirandinos.
Un aspecto significativo es que con esta cantidad balanceada de población (no tan elevada como el de una metrópolis, pero no tan escasa como para tener un impacto menor), Caracas podría ser en el futuro un ejemplo de una ciudad inteligente en Sudamérica, manteniendo una amistosa rivalidad en el plano tecnológico con urbes como Santiago de Chile, Buenos Aires y Ciudad de México.
Para alcanzar este objetivo, se necesitan de elementos situados en diferentes planos:
Resulta interesante como en el transcurso de los últimos años, han surgido en el territorio venezolano tecnologías desarrolladas por sus habitantes que permiten un mejor transporte en ciertas ciudades. Ejemplos lo constituyen aplicaciones para teléfonos inteligentes como Ridery, Yummy Rides y la Wawa, proyectos que se han dedicado a la solución de problemas mediante el uso de aplicaciones.
En materia de construcciones, empresas como Innotica y el proyecto de Smart Ccs han aparecido como la finalidad de integrar de manera armoniosa los campos de construcción urbana y las tecnologías en materia de automatización y ecología.
Tomando estos aspectos en consideración, es posible afirmar que la constitución de Caracas como una ciudad inteligente en el futuro resulta sumamente plausible, pero aún quedan algunos obstáculos que deben ser superados de manera gradual para la consecución de esta tarea.
Algunos problemas existentes entre la sociedad caraqueña, como la deficiencia en la provisión de servicios públicos como el agua, la luz y la recolección de desechos, así como la inseguridad, podrían ser automatizados y optimizados mediante el uso de las nuevas tecnologías como el Big-Data.
Pero para llegar a su implementación, es necesario una participación conjunta del sector público, del sector privado y de un sector civil que necesita estar informado en cuanto a este tema, para que sus libertades individuales no se vean vulneradas.
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