Biografías Tech: Hedy Lamarr
Además de actriz, Lamarr también fue una inventora cuyo legado se mantiene hoy. Así fue su vida.
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SuscribirmeAdemás de actriz, Lamarr también fue una inventora cuyo legado se mantiene hoy. Así fue su vida.
Inventora, actriz y espía austriaca, Hedy Lamarr es la responsable de que tengamos WiFi, y también la protagonista del primer desnudo integral en la historia del cine. Sí, tal como leíste.
Esta biografía tech no es de un CEO, pero nos recuerda que, dentro de la tecnología, hay historias dignas de un drama de Shakespeare.
Nace una estrella
Nacida el 9 de noviembre de 1914 en Austria, Lamarr llegó al mundo con el nombre de Hedwig Eva Kiesler, hija de un padre banquero y una pianista, ambos judíos, aunque ella fue criada en el catolicismo.
Desde niña demostró tener una mente brillante tomando clases de alemán, francés e italiano. Su padre, por otro lado, le enseñó conceptos de ingeniería. Ya en el colegio destacó por su inteligencia, siendo considerada por sus profesores como superdotada.
A sus 15 años y con una buena idea de lo que quería hacer en su vida, Kiesler decidió abandonar los estudios de ingeniería y dedicarse al mundo de la actuación.
Primeros pasos en el cine
Una vez dejó los estudios de ingeniería, Kiesler convenció a su padre de que la matriculase en la prestigiosa escuela del director de escena Max Reinhardt, quien se podría considerar su mentor y quien la llevó a la pantalla grande.
En el mundo del cine, Kiesler empezó desde abajo, estudiando y trabajando como guionista y en pequeños papeles mientras viajaba por Europa buscando oportunidades para impulsar su carrera artística. Así llegó, con solo 18 años, a la película “Éxtasis”, que fue para ella su primera polémica, su salto a la fama, y una de las razones por las que Kiesler se considera un ícono feminista.
Esta película, dirigida por Gustav Machaty en Checoslovaquia, generó revuelo por mostrar el desnudo integral de una actriz y su expresión de placer durante un clímax sexual, en una escena donde Kiesler interpretó a una joven novia llamada Eva que, tras darse un baño desnudo, se encuentra con un robusto ingeniero (llamado Adam) y tienen relaciones sexuales. En un plano de cerca, Eva jadea, echa la cabeza hacia atrás y se agarra del pelo, fingiendo así el primer orgasmo en la historia del cine.
La película fue considerada un escándalo y la prohibieron en los cines. Recibió numerosas críticas y reprobaciones, entre ellas la de la Iglesia Católica, y hasta de los mismos padres de Kiesler, que en su momento se horrorizaron. Aunque escandaloso, esto dio lugar al primer matrimonio de Kiesler y sus inicios en el espionaje.
Matrimonio, espionaje y huida a Estados Unidos
Debido a la polémica de la película Éxtasis, el magnate de las armas Fritz Mandl quedó enamorado de Kiesler. Su padre accedió a que él se casara con su hija, ya que creyó que Mandl, un hombre mayor, podía corregir su comportamiento. Kiesler definió esta situación años más tarde como “una época de auténtica esclavitud”.
Durante estos años, Kiesler se describió a sí misma como una esposa trofeo, porque si bien vivía rodeada de lujos en el castillo de Salzburgo, era víctima de los celos enfermizos de su esposo, quien llegó a recopilar todas las películas de Éxtasis y destruirlas para evitar que más hombres vieran a su mujer desnuda. Tampoco dejaba que Kiesler se quitara la ropa o se bañara sin su presencia, y también la hacía ir con él a todas las cenas y eventos sociales para tenerla controlada.
Cansada de esa existencia sin sentido, Kiesler volvió a la ingeniería. En las reuniones de negocios de Mandl, a las que tenía que ir con él, se fijó y aprendió sobre la última tecnología de armas nazis. Según escribiría en su autobiografía, tanto Mussolini como Hitler asistieron a las lujosas fiestas que se celebraron en casa de su marido, quien, pese a ser de origen judío, fue nombrado “ario honorario” por los distintos gobiernos fascistas.
Adiós Kiesler, hola Lamarr
En 1937, el matrimonio entre Kiesler y Mandl terminó. La versión que ella misma narra en su autobiografía es que Kiesler le dio somníferos a su criada, se puso su uniforme y se escapó a París disfrazada. Para mantenerse, guardó varias de sus joyas en bolsillos que había cocido ella misma para llevarlas a escondidas. Con esto ella realizó varias escalas hasta llegar a Estados Unidos y aquí, ya libre, retomó su carrera como actriz, ya que durante la travesía conoció al productor cinematográfico Louis B. Mayer.
El único requisito que le pidió fue que se cambiase el nombre para que nunca se la pudiera asociar con Éxtasis (y al escándalo asociado a la película). Fue así como Hedwig Eva María Kiesler se convirtió —en memoria de la actriz de cine mudo Bárbara La Marr— en Hedy Lamarr.
Lamarr, actriz e inventora
Instalada en Hollywood, Lamarr trabajó en diferentes películas como:
A pesar de protagonizar una treintena de películas y tener una imagen pública deslumbrante, Lamarr también guardaba un secreto, y es que en Viena había aprendido sobre armas y sistemas de comunicaciones al escuchar a su marido y a los líderes fascistas de Europa.
Cuando escapó, se llevó ese conocimiento para ofrecérselo al país que la recibió. Así, mientras otras estrellas se iban de fiesta, Lamarr se quedaba en casa, jugueteando con un diseño para un semáforo o experimentando con una pastilla soluble.
Lamarr y su momento Eureka
Su invento más importante fue junto al compositor George Antheil, cuando ambos desarrollaron la patente de un sistema de guía por radio para torpedos. Su idea fue usar el mecanismo de la pianola para los torpedos controlados por radio. Es decir, usar papeles perforados para cambiar la frecuencia de la comunicación entre 88 valores diferentes (el número de teclas del piano) según un patrón que solo conocieran los que tuvieran una clave. Así se evitaría que el sistema fuera intervenido.
Aunque revolucionario, su invento fue rechazado por la Armada de Estados Unidos. Simplemente, era algo muy adelantado a su tiempo, los militares no supieron apreciar entonces la utilidad del invento que se les ofreció.
Las teorías al respecto involucran su carrera artística, ya que el gobierno estadunidense dio más relevancia a su imagen de mujer bella como reclamo publicitario para conseguir mayor venta de bonos de guerra, más de $7 millones. Otra teoría apunta que, para el gobierno de Estados Unidos, era incomprensible para ese entonces un sistema para la comunicación inalámbrica.
En sí, este sistema no se usó hasta dos décadas después, cuando Antheil ya había muerto en 1959 y la patente había caducado sin generar ningún beneficio. En los 60, la patente sirvió para crear comunicaciones militares inalámbricas para misiles teledirigidos, específicamente para la crisis de los misiles en Cuba del año 1962.
Genia por derecho propio
Es importante destacar que, en gran medida, las invenciones de Lamarr se debieron a su formación autodidacta. Aparte del invento que hoy en día derivo en el WiFi, a ella se le atribuyen otros descubrimientos como un semáforo mejorado y una tableta que se disolvía en agua para crear una bebida carbonatada. Lamarr también apoyó a muchas personas que conocían su afición por la invención y a su ellos apoyaban su talento.
Un caso fue el de Howard Hughes, reconocido magnate de la aviaciación. Él fue un pilar fundamental para que Lamarr fuera reconocida por sus inventos y como ella misma destaca, “él confió en mí”.
En ese momento, Hughes estaba buscando la forma de que su avión fuera más veloz, y Lamarr se dio cuenta pronto de que las alas eran demasiado rectangulares, así que compró un libro sobre aves y otro sobre peces para estudiar la estructura de los más veloces para sugerirle un nuevo tipo de forma de ala. Lamarr se lo mostró a Howard Hughes y él dijo: ‘Eres una genia’.
Los años finales
Varias polémicas rodearon a Lamarr hasta el día de su muerte. A nivel personal, se casó y divorcio 6 veces y llegó a tener 3 hijos. Después de su último divorcio, se mantuvo soltera el resto de su vida.
Luego de que su estrella se extinguiera en Hollywood, Lamarr fundó su propia productora. Más tarde, se retiró a Florida, y llegó a los titulares por cosas como robar en las tiendas, hacerse una cirugía plástica que salió mal o cuando publicó, y luego repudió, su propia autobiografía.
Lamarr falleció el 19 de enero del año 2000 en Caselberry, Estados Unidos, a razón de una complicación cardiaca. Su último deseo fue que una parte de sus cenizas se dispersara por los bosques de Viena, cerca de donde nació, y que otra parte se entregara al ayuntamiento vienés para que la enterrara en un monumento con su nombre.
Hedy Lamarr recibió la mayoría de sus reconocimientos post-mortem, lo que demuestra lo que dijimos antes: “era una mujer adelantada a su tiempo”. Ella es un ejemplo de que la innovación tecnológica tiene muchas caras y la importancia de no conformarnos y siempre atrevernos a dejar una huella en cualquier área donde entremos en nuestra vida.
Así vemos un ejemplo claro de cómo la tecnología no solo es un espacio de innovación, sino de historias impactantes que salen de la idea tradicional de quienes hoy componen las comunidades tech.
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